William Shakespeare (Stratford-upon-Avon, Warwickshire, Reino Unido c. 26 de abril de 1564jul. – ibídem, 23 de abriljul./ 3 de mayo de 1616greg.)1 fue un dramaturgo, poeta y actor inglés. Conocido en ocasiones como el Bardo de Avon (o simplemente El Bardo), Shakespeare es considerado el escritor más importante en lengua inglesa y uno de los más célebres de la literatura universal.2
La New Encyclopædia Britannica señala que "muchos lo
consideran el mayor dramaturgo de todos los tiempos. Sus piezas [...] se
representan más veces y en mayor número de naciones que las de
cualquier otro escritor".
Las obras de Shakespeare han sido traducidas a las principales
lenguas y sus piezas dramáticas continúan representándose por todo el
mundo. Además, muchas citas y aforismos de sus obras han pasado a formar
parte del uso cotidiano, tanto en el inglés
como en otros idiomas. Con el paso del tiempo, se ha especulado mucho
sobre su vida, cuestionando su sexualidad, su afiliación religiosa, e
incluso, la autoría de sus obras.
La biografia
Existen muy pocos hechos documentados en la vida de William Shakespeare. Lo que sí se puede afirmar es que fue bautizado en Stratford-upon-Avon, Warwickshire, el 26 de abril de 1564 y que murió el 23 de abril de 1616, según el calendario juliano, poco antes de cumplir los 52 años.
Hacia 1592
Shakespeare se encontraba ya en Londres trabajando como dramaturgo, y
era lo suficientemente conocido como para merecer una desdeñosa
descripción de Robert Greene,
quien lo retrata como "un grajo arribista, embellecido con nuestras
plumas, que con su corazón de tigre envuelto en piel de comediante se
cree capaz de impresionar con un verso blanco como el mejor de
vosotros",5 y dice también que "se tiene por el único sacude-escenas del país" (en el original, Greene usa la palabra shake-scene, aludiendo tanto a la reputación del autor como a su apellido, en un juego de paronomasia).
En 1596,
con sólo once años de edad, murió Hamnet, único hijo varón del
escritor, quien fue enterrado en Stratford el 11 de agosto de ese mismo
año. Algunos críticos han sostenido que la muerte de su hijo pudo haber
inspirado a Shakespeare la composición de Hamlet (hacia 1601), reescritura de una obra más antigua que, por desgracia, no ha sobrevivido.
Hacia 1598 Shakespeare había trasladado su residencia a la parroquia de St. Helen, en Bishopsgate. Su nombre encabeza la lista de actores en la obra Cada cual según su humor (Every Man in His Humour), de Ben Jonson.
Pronto se convertiría en actor, escritor, y, finalmente, copropietario de la compañía teatral conocida como Lord Chamberlain's Men, que recibía su nombre, al igual que otras de la época, de su aristocrático mecenas, el lord chambelán (Lord Chamberlain). La compañía alcanzaría tal popularidad que, tras la muerte de Isabel I y la subida al trono de Jacobo I Stuart, el nuevo monarca la tomaría bajo su protección, pasando a denominarse los King's Men (Hombres del rey).
En 1604, Shakespeare hizo de casamentero para la hija de su casero.
Documentación legal de 1612, cuando el caso fue llevado a juicio,
muestra que en 1604, Shakespeare había sido arrendatario de Christopher
Mountjoy, un artesano hugonote
del noroeste de Londres. El aprendiz de Mountjoy, Stephen Belott, tenía
intenciones de casarse con la hija de su maestro, por lo que el
dramaturgo fue elegido como intermediario para ayudar a negociar los
detalles de la dote. Gracias a los servicios de Shakespeare, se llevó a
efecto el matrimonio, pero ocho años más tarde Belott demandó a su
suegro por no hacer entrega de la totalidad de la suma acordada en
concepto de dote. El escritor fue convocado a testificar, mas no
recordaba el monto que había propuesto.
Existen varios documentos referentes a asuntos legales y
transacciones comerciales que demuestran que en su etapa londinense
Shakespeare se enriqueció lo suficiente como para comprar una propiedad
en Blackfriars y convertirse en el propietario de la segunda casa más grande de Stratford.
En las últimas semanas de la vida de Shakespeare, el hombre que iba a casarse con su hija Judith — un tabernero de nombre Thomas Quiney — fue acusado de promiscuidad ante el tribunal eclesiástico local. Una mujer llamada Margaret Wheeler había dado a luz a un niño, y afirmó que Quiney era el padre. Tanto la mujer como su hijo murieron al poco tiempo. Esto afectó, no obstante, a la reputación del futuro yerno del escritor, y Shakespeare revisó su testamento para salvaguardar la herencia de su hija de los problemas legales que Quiney pudiese tener.
Shakespeare falleció el 23 de abril de 1616. Estuvo casado con Anne hasta su muerte, y le sobrevivieron dos hijas, Susannah y Judith. La primera se casó con el doctor John Hall. Sin embargo, ni los hijos de Susannah ni los de Judith tuvieron descendencia, por lo que no existe en la actualidad ningún descendiente vivo del escritor. Se rumoreó, sin embargo, que Shakespeare era el verdadero padre de su ahijado, William Davenant.
Siempre se ha tendido a asociar la muerte de Shakespeare con la bebida, —murió, según los comentarios más difundidos, como resultado de una fuerte fiebre, producto de su estado de embriaguez—. Al parecer, el dramaturgo se habría reunido con Ben Jonson y Michael Drayton para festejar con sus colegas algunas nuevas ideas literarias. Investigaciones recientes llevadas a cabo por científicos alemanes6 afirman que es muy probable que el escritor inglés padeciera de cáncer.
Los restos de Shakespeare fueron sepultados en el presbiterio de la iglesia de la Santísima Trinidad (Holy Trinity Church) de Stratford. El honor de ser enterrado en el presbiterio, cerca del altar mayor de la iglesia, no se debió a su prestigio como dramaturgo, sino a la compra de un diezmo de la iglesia por 440 libras (una suma considerable en la época). El monumento funerario de Shakespeare, erigido por su familia sobre la pared cercana a su tumba, lo muestra en actitud de escribir, y cada año, en la conmemoración de su nacimiento, se le coloca en la mano una nueva pluma de ave.
Shakespeare se retiró a su pueblo natal en 1611, pero se vio metido en diversos pleitos, como por ejemplo un litigio respecto al cercado de tierras comunales que, si por un lado fomentaba la existencia de pasto para la cría de ovejas, por otro condenaba a los pobres arrebatándoles su única fuente de subsistencia. Como el escritor tenía cierto interés económico en tales propiedades, para disgusto de algunos tomó una posición neutral que sólo aseguraba su propio beneficio. En marzo de 1613 hizo su última adquisición, no en su pueblo, sino en Londres, comprando por 140 libras una casa con corral cerca del teatro de Blackfriars, de cuya suma sólo pagó en el acto sesenta libras, pues al día siguiente hipotecó la casa por el resto al vendedor. Por cierto que Shakespeare no hizo la compra a su solo nombre, sino que asoció los de William Johnson, John Jackson y John Hemynge, este último uno de los actores que promovieron la edición del First folio. El efecto legal de este procedimiento, según escribe el gran biógrafo de Shakespeare Sidney Lee, "era privar a su mujer, en caso de que sobreviviera, del derecho de percibir sobre esta propiedad el dote de viuda"; pero pocos meses después aconteció un desastre: se incendió el Teatro del Globo, y con él todos los manuscritos del dramaturgo, junto con su comedia Cardenio, inspirada en un episodio de Don Quijote de La Mancha; se sabe de esta obra porque el 9 de septiembre de 1653 el editor Humphrey Maseley obtuvo licencia para la publicación de una obra que describe como Historia de Cardenio, por Fletcher y Shakespeare; el citado Sidney Lee dice que ningún drama de este título ha llegado hasta nuestros días y que probablemente haya que identificarlo con la pérdida comedia llamada Cardenno o Cardenna, que fue representada dos veces ante la Corte por la compañía de Shakespeare, la primera en febrero de 1613, con ocasión de las fiestas por el matrimonio de la princesa Isabel, y la segunda en 8 de junio, ante el embajador del Duque de Saboya, esto es, pocos días antes de incendiarse el teatro de El Globo.
En las últimas semanas de la vida de Shakespeare, el hombre que iba a casarse con su hija Judith — un tabernero de nombre Thomas Quiney — fue acusado de promiscuidad ante el tribunal eclesiástico local. Una mujer llamada Margaret Wheeler había dado a luz a un niño, y afirmó que Quiney era el padre. Tanto la mujer como su hijo murieron al poco tiempo. Esto afectó, no obstante, a la reputación del futuro yerno del escritor, y Shakespeare revisó su testamento para salvaguardar la herencia de su hija de los problemas legales que Quiney pudiese tener.
Shakespeare falleció el 23 de abril de 1616. Estuvo casado con Anne hasta su muerte, y le sobrevivieron dos hijas, Susannah y Judith. La primera se casó con el doctor John Hall. Sin embargo, ni los hijos de Susannah ni los de Judith tuvieron descendencia, por lo que no existe en la actualidad ningún descendiente vivo del escritor. Se rumoreó, sin embargo, que Shakespeare era el verdadero padre de su ahijado, William Davenant.
Siempre se ha tendido a asociar la muerte de Shakespeare con la bebida, —murió, según los comentarios más difundidos, como resultado de una fuerte fiebre, producto de su estado de embriaguez—. Al parecer, el dramaturgo se habría reunido con Ben Jonson y Michael Drayton para festejar con sus colegas algunas nuevas ideas literarias. Investigaciones recientes llevadas a cabo por científicos alemanes6 afirman que es muy probable que el escritor inglés padeciera de cáncer.
Los restos de Shakespeare fueron sepultados en el presbiterio de la iglesia de la Santísima Trinidad (Holy Trinity Church) de Stratford. El honor de ser enterrado en el presbiterio, cerca del altar mayor de la iglesia, no se debió a su prestigio como dramaturgo, sino a la compra de un diezmo de la iglesia por 440 libras (una suma considerable en la época). El monumento funerario de Shakespeare, erigido por su familia sobre la pared cercana a su tumba, lo muestra en actitud de escribir, y cada año, en la conmemoración de su nacimiento, se le coloca en la mano una nueva pluma de ave.
Era costumbre en esa época, cuando había necesidad de espacio para nuevas sepulturas, vaciar las antiguas, y trasladar sus contenidos a un osario cercano. Tal vez temiendo que sus restos pudieran ser exhumados, según la Enciclopedia Británica, el propio Shakespeare habría compuesto el siguiente epitafio para su lápida:
- Buen amigo, por Jesús, abstente
- de cavar el polvo aquí encerrado.
- Bendito sea el hombre que respete estas piedras,
- y maldito el que remueva mis huesos
- Casi ciento cincuenta años después de la muerte de Shakespeare en 1616,
comenzaron a surgir dudas sobre la verdadera autoría de las obras a él
atribuidas. Los críticos se dividieron en "stratfordianos" (partidarios
de la tesis de que el William Shakespeare nacido y fallecido en
Stratford fue el verdadero autor de las obras que se le atribuyen) y
"anti-stratfordianos" (defensores de la atribución de estas obras a otro
autor). La segunda posición es en la actualidad muy minoritaria.
Los documentos históricos demuestran que entre 1590 y 1620 se publicaron varias obras teatrales y poemas atribuidos al autor 'William Shakespeare', y que la compañía que representaba estas piezas teatrales, Lord Chamberlain's Men (luego King's Men), tenía entre sus componentes a un actor con este nombre. Se puede identificar a este actor con el William Shakespeare del que hay constancia que vivió y murió en Stratford, ya que este último hace en su testamento ciertos dones a miembros de la compañía teatral londinense.
Los llamados "stratfordianos" opinan que este actor es también el autor de las obras atribuidas a Shakespeare, apoyándose en el hecho de que tienen el mismo nombre, y en los poemas encomiásticos incluidos en la edición de 1623 del First Folio, en los que hay referencias al "Cisne de Avon" y a su "monumento de Stratford". Esto último hace referencia a su monumento funerario en la iglesia de la Santísima Trinidad, en Stratford, en el que, por cierto, aparece retratado como escritor, y del que existen descripciones hechas por visitantes de la localidad desde, al menos, la década de 1630. Según este punto de vista, las obras de Shakespeare fueron escritas por el mismo William Shakespeare de Stratford, quien dejó su ciudad natal y triunfó como actor y dramaturgo en Londres.
Los llamados "anti-stratfordianos" discrepan de lo anteriormente expresado. Según ellos, el Shakespeare de Stratford no sería más que un hombre de paja que encubriría la verdadera autoría de otro dramaturgo que habría preferido mantener en secreto su identidad. Esta teoría tiene diferentes bases: supuestas ambigüedades y lagunas en la documentación histórica acerca de Shakespeare; el convencimiento de que las obras requerirían un nivel cultural más elevado del que se cree que tenía Shakespeare; supuestos mensajes en clave ocultos en las obras; y paralelos entre personajes de las obras de Shakespeare y la vida de algunos dramaturgos.
Durante el siglo XIX, el candidato alternativo más popular fue Sir Francis Bacon. Muchos "anti-stratfordianos" del momento, sin embargo, se mostraron escépticos hacia esta hipótesis, aun cuando fueron incapaces de proponer otra alternativa. El poeta estadounidense Walt Whitman dio fe de este escepticismo cuando le dijo a Horace Traubel, "Estoy con vosotros, compañeros, cuando decís “no” a Shaksper (sic): es a lo que puedo llegar. Respecto a Bacon, bueno, veremos, veremos.".10 Desde los años 80, el candidato más popular ha sido Edward de Vere, decimoséptimo conde de Oxford, propuesto por John Thomas Looney en 1920, y por Charlton Ogburn en 1984. El poeta y dramaturgo Christopher Marlowe se ha barajado también como alternativa, aunque su temprana muerte lo relega a un segundo plano. Otros muchos candidatos han sido propuestos, si bien no han conseguido demasiados seguidores.
La posición más extendida en medios académicos es que el William Shakespeare de Stratford fue el autor de las obras que llevan su nombre.
Sin embargo, recientemente el rumor sobre la autoría de Shakespeare se ha acrecentado tras las declaraciones de los actores Derek Jacobi y Mark Rylance. Ambos han divulgado la denominada "Declaración de Duda Razonable" sobre la identidad del famoso dramaturgo. La declaración cuestiona que William Shakespeare, un plebeyo del siglo XVI criado en un hogar analfabeto de Stratford-upon-Avon, escribiera las geniales obras que llevan su nombre. El comunicado argumenta que un hombre que apenas sabía leer y escribir no pudo poseer los rigurosos conocimientos legales, históricos y matemáticos que salpican las tragedias, comedias y sonetos atribuidos a Shakespeare.
A lo largo del tiempo han existido teorías que subrayan que William Shakespeare era tan sólo un "alias" tras los que podían esconderse otros ilustres nombres como Christopher Marlowe (1564-1593), el filósofo y hombre de letras Francis Bacon (1561-1626) o Edward de Vere (1550-1604), decimoséptimo conde de Oxford. Jacobi asegura inclinarse por Edward de Vere, que frecuentó la vida cortesana en el reinado de Isabel I (1533-1603), y lo califica como su "candidato" preferido, dadas las supuestas similitudes entre la biografía del conde y numerosos hechos relatados en los libros de Shakespeare.11
¿Cuál es una de las razones principales por la que se cuestionó la autoría de Shakespeare? The World Book Encyclopedia señala “la negativa a creer que un actor de Stratford on Avon hubiese podido escribir tales obras. Su origen rural no cuadraba con la imagen que tenían del genial autor”. La citada enciclopedia añade que la mayoría de los supuestos escritores “pertenecían a la nobleza o a otro estamento privilegiado”. Así pues, muchos de los que ponían en tela de juicio la paternidad literaria de Shakespeare creen que “solo pudo haber escrito las obras un autor instruido, refinado y de clase alta”. Con todo, muchos especialistas creen que Shakespeare sí las escribió.
El teatro de Shakespeare
El First folio
Ante la falta de manuscritos hológrafos y de fechas precisas de composición, se hace muy difícil el establecer una cronología bibliográfica shakespeariana. El First Folio, que reagrupa la mayor parte de su producción literaria, fue publicado por dos actores de su compañía, John Heminges y Henry Condell, en 1623, ocho años después de la muerte del autor. Este libro dividía su producción dramática en Historias, Comedias y Tragedias, y de él se hicieron 750 copias, de las que han llegado a nuestros días la tercera parte, en su mayoría incompletas. Gracias a esta obra se conservó la mitad de la obra dramática del autor, que no había sido impresa, pues Shakespeare no se preocupó en pasar a la historia como autor dramático.El First Folio recoge exclusivamente obras dramáticas (no se encuentra en la edición ninguno de sus poemas líricos), en número de 36: 11 tragedias, 15 comedias y 10 obras históricas. No incluye algunas obras tradicionalmente atribuidas a Shakespeare, como las comedias Pericles y Los dos nobles parientes, ni la obra histórica Eduardo III. Mientras que en el caso de Pericles, parece bastante segura la participación de Shakespeare, no ocurre lo mismo con las otras dos obras, por lo que el número de títulos incluidos en el canon shakesperiano oscila, según las versiones, entre las 37 y las 39.Tragedias
Al igual que muchas tragedias occidentales, la de Shakespeare suele describir a un protagonista que cae desde el páramo de la gracia y termina muriendo, junto a una ajustada proporción del resto del cuerpo protagónico. Se ha sugerido que el giro que el dramaturgo hace del género, es el polo opuesto al de la comedia; ejemplifica el sentido de que los seres humanos son inevitablemente desdichados a causa de sus propios errores o, incluso, el ejercicio irónicamente trágico de sus virtudes, o a través de la naturaleza del destino, o de la condición del hombre para sufrir, caer, y morir..." En otras palabras, es una representación con un final necesariamente infeliz.Shakespeare compuso tragedias desde el mismo inicio de su trayectoria: una de las más tempranas fue la tragedia romana de Tito Andrónico, siguiendo unos años después Romeo y Julieta. Sin embargo, las más aclamadas fueron escritas en un período de siete años entre 1601 y 1608: Hamlet, Otelo, El Rey Lear, Macbeth (las cuatro principales), y Antonio y Cleopatra, junto a las menos conocidas Timón de Atenas y Troilo y Crésida.Muchos han destacado en estas obras al concepto aristotélico de la tragedia: que el protagonista debe ser un personaje admirable pero imperfecto, con un público capacitado para comprender y simpatizar con él. Ciertamente, cada uno de los personajes trágicos de Shakespeare es capaz de ejercer el bien y el mal. La representación siempre insiste en el concepto del libre albedrío; el (anti) héroe puede degradarse o retroceder y redimirse por sus actos. El autor, en cambio, los termina conduciendo a su inevitable perdición.A continuación se listan las tragedias completas de Shakespeare, ordenadas según la fecha aproximada de su composición:- Tito Andrónico (1594)
- Romeo y Julieta (1595)
- Julio César (1599)
- Hamlet (1601)
- Troilo y Crésida (1602)
- Otelo (1603-1604)
- El rey Lear (1605-1606)
- Macbeth (1606)
- Antonio y Cleopatra (1606)
- Coriolano (1608)
- Timón de Atenas (1608)
Comedias
Entre las características esenciales de la comedia shakespeariana encontramos la vis cómica, la dialéctica de un lenguaje lleno de juegos de palabras, el contraste entre caracteres opuestos por clase social, sexo, género o poder (un ejemplo representativo sería La fierecilla domada, también traducida a veces como La doma de la bravía); las alusiones y connotaciones eróticas, los disfraces y la tendencia a la dispersión caótica y la confusión hasta que el argumento de la historia desemboca en la recuperación de lo perdido y la correspondiente restauración en el marco de lo natural. El panorama de la comedia supone además la exploración de una sociedad donde todos sus integrantes son estudiados por igual de forma muy distinta a como es vista la sociedad en sus obras históricas, montadas sobre la persecución maquiavélica del poder ("una escalera de arena", a causa de su vaciedad de contenido) y el trastorno del orden cósmico divino que el rey representa en la tierra. Como galería de tipos sociales la comedia es, pues, un espacio más amplio en Shakespeare que el trágico y el histórico y refleja mejor la sociedad de su tiempo, si bien también resalta en este campo el talento del autor para crear personajes especialmente individualizados, como el bufón y arquetipo de lo sanchopancesco llamado Falstaff.Si bien el tono de la trama es con frecuencia burlesco, otras veces se encuentra latente un inquietante elemento trágico, como en El mercader de Venecia. Cuando trata temas que pueden desencadenar un trágico desenlace, Shakespeare trata de enseñar, a su modo habitual, sin tomar partido, proponer remedios ni moralizar o predicar en absoluto, los riesgos del vicio, la maldad y la irracionalidad del ser humano, sin necesidad de caer en la destrucción que aparece en sus tragedias y deja a la Naturaleza el orden restaurador y reparador.Los finales de las comedias son, por lo general, festivos y placenteros. Debe tenerse en cuenta que el lenguaje vulgar y de doble sentido, así como la magnitud de diversos puntos de vista, los cambios de suerte y el trastorno de las identidades, aportan un ingrediente infaltable que suele estar acompañado de sorprendentes coincidencias. La parodia del sexo, el papel del disfraz y el poder mágico de la naturaleza para reparar los daños y heridas ocasionados por una sociedad corrupta y sedienta de codicia son elementos trascendentes en la comedia shakespeariana.El hombre cambia totalmente su forma de pensar y de actuar al refugiarse en lo salvaje y huir de la civilización, prestándose al juego de oposiciones. Cabe destacar, por último, que la esfera social que Shakespeare utiliza en sus obras es quizás algo más reducida que la que encontramos en la mayor parte de las comedias.Tal como se ha dicho antes, el bufón —que era un personaje muy popular en la corte de la época— es el elemento inquebrantable sobre el cual el dramaturgo se siente más libre de expresar lo que piensa, teniendo en cuenta que las opiniones de una persona con estas características nunca eran consideradas como válidas —excusa perfecta para explayarse.Se estima que la fecha de composición de las comedias de Shakespeare ha de girar en torno a los años 1590 y 1612, como punto de partida y culminación de su labor como escritor. La primera y menos elaborada fue Los dos hidalgos de Verona, seguida de El mercader de Venecia, Mucho ruido y pocas nueces, Como gustéis,Cuento de invierno, La tempestad, y otras tantas que se enumeran a continuación:- La comedia de las equivocaciones (1591)
- Los dos hidalgos de Verona (1591-1592)
- Trabajos de amor perdidos (también traducida como Penas de amor perdidas) (1592)
- El sueño de una noche de verano (1595-1596)
- El mercader de Venecia (1596-1597)
- Mucho ruido y pocas nueces (también traducida como Mucho ruido para nada) (1598)
- Como gustéis (también traducida como A vuestro gusto) (1599-1600)
- Las alegres comadres de Windsor (también traducida como Las alegres casadas de Windsor) (1601)
- A buen fin no hay mal principio (también traducida como Bien está todo lo que bien acaba) (1602-1603)
- Medida por medida (1604)
- Pericles (1607)
- Cimbelino (1610)
- Cuento de inverno (1610-1611)
- La tempestad (1612)
- La fierecilla domada (fecha desconocida)
- Noche de reyes (fecha desconocida)
Es importante dejar en claro que La tempestad, Cuento de invierno, Cimbelino y Pericles son consideradas por muchos fantasías poéticas (en inglés se emplea el término romance), dado que poseen características que las diferencian del resto de las comedias.Obras históricas
En el First Folio se clasifican como "obras históricas" (en inglés, histories) exclusivamente las relacionadas con la historia, relativamente reciente, de Inglaterra. Otras obras de tema histórico, como las ambientadas en la antigua Roma, o incluso Macbeth, protagonizada por un auténtico rey de Escocia, no se clasifican en este apartado. Son once en total (o diez, si se excluye Eduardo III, modernamente considerada apócrifa). La fuente utilizada por el dramaturgo para la composición de estas obras es bien conocida: se trata de las Crónicas de Raphael Holinshed.A continuación se ofrece una lista de estas obras ordenadas según la fecha aproximada de su composición23- Eduardo III (The Reign of King Edward III; compuesta entre 1590 y 1594; publicada (anónimamente) en 1596).
- Enrique VI
- Primera parte (The First Part of King Henry the Sixth; compuesta hacia 1594. Su primera edición conocida es la del First Folio.)
- Segunda parte (The Second Part of King Henry the Sixth; compuesta hacia 1594. Su primera edición conocida es la del First Folio.)
- Tercera parte (The Third Part of King Henry the Sixth; compuesta hacia 1594. Su primera edición conocida es la del First Folio.)
- Ricardo III (The Tragedy of King Richard the Third; compuesta hacia 1594; publicada en 1597).
- Ricardo II (The Tragedy of King Richard the Second; compuesta hacia 1595; publicada en 1597).
- Enrique IV
- Primera parte (Henry IV, Part 1; compuesta hacia 1596; publicada en 1597 ó 1598)
- Segunda parte (Henry IV, Part 2; compuesta hacia 1597; publicada en 1600)
- Enrique V (Henry V; compuesta hacia 1597-1599; la primera edición conocida es la del First Folio).
- El rey Juan (The Life and Death of King John; compuesta probablemente hacia 1597, ya que hay datos de su representación en 1598. Su primera edición conocida es la del First Folio).
- Enrique VIII (The Famous History of the Life of King Henry the Eighth; compuesta en 1613; la primera edición conocida es la del First Folio).
Existen serias dudas sobre la autoría de la primera de la lista, Eduardo III. De la última, Enrique VIII, se cree que fue escrita en colaboración con John Fletcher, quien sustituyó a Shakespeare como principal dramaturgo de la compañía King's Men.Ocho de estas obras están agrupadas en dos tetralogías cuyo orden de escritura no coincide con el orden cronológico de los acontecimientos históricos reflejados. La primera de estas tetralogías está formada por las tres dedicadas al reinado de Enrique VI (1422-1461), junto con la consagrada al ambicioso y terrible Ricardo III (que reinó en el período 1483-1485). Todas ellas fueron compuestas con toda probabilidad entre 1590 y 1594.La segunda tetralogía, formada por Ricardo II, las dos partes de Enrique IV y Enrique V, retrocede en el tiempo. Se centra en los reinados de Ricardo II (1377-1399), Enrique IV (1399-1413) y Enrique V (1413-1422). Todas estas obras fueron compuestas en el período 1594-1597.Habida cuenta de que gran parte del público era analfabeto, estas obras representaban una buena forma de comunicar la historia y fomentar, consecuentemente, el patriotismo y el amor por la cultura inglesa, así como de inculcar un sentimiento de rechazo hacia las guerras civiles. Además de brindar entretenimiento, las obras históricas reafirmaban y justificaban el poder de la monarquía ante quienes pudieran poner en cuestión su legitimidad. En el teatro de Shakespeare, el rey, como en la obra dramática de Lope de Vega, es el representante del orden cósmico en la tierra. Esto es lo que más tarde analizarían académicos de la talla de Greenblatt, centrándose en el discurso imperante y en la capacidad del teatro isabelino para asentar la autoridad real, mantener el orden y desalentar la subversión.Dada la dependencia de las compañías teatrales con respecto de sus patrocinadores aristocráticos (y, en el caso de The King's Men, de la autoridad real), es lógico que se escribieran y representaran obras protagonizadas por personajes histórico pertenecientes a la nobleza y relevantes en la historia de Inglaterra. Es el caso de Enrique V, vencedor en la batalla de Agincourt de las tropas de Francia, la sempiterna rival de Inglaterra. Retomando hechos históricos destacados, obviando derrotas y exagerando el heroísmo de la victoria —que se atribuía al monarca reinante—, estas obras lograban que se acrecentase la devoción popular hacia la corona.En los comienzos de la dramaturgia shakesperiana, la finalidad era legitimar la autoridad de la dinastía Tudor, entronizada en 1485, precisamente tras el derrocamiento de Ricardo III, uno de los personajes más abominables del teatro shakesperiano. La subida al trono de los Tudor había despertado ciertos recelos, tanto debido a su origen galés como a lo problemático de sus derechos al trono (aparentemente, Enrique VII, primer monarca de la dinastía, fundamentaba sus derechos en ser descendiente de la princesa francesa Catalina, viuda de Enrique V, que se volvió a casar unos años más tarde con Owen Tudor, un noble galés poco influyente en el ámbito de la monarquía nacional.)No obstante, existen críticos que opinan que las obras históricas de Shakespeare contienen críticas veladas hacia la monarquía, disimuladas para evitar posibles problemas con la justicia.Comedias tardías novelescas o de fantasía
Las narraciones caballerescas escritas en prosa o verso eran un género de fantasía heroica muy común en Europa desde la Edad Media hasta el Renacimiento; los libros de caballerías en inglés, francés, español, italiano y alemán podían contener además mitos artúricos y leyendas celtas y anglosajonas; también intervenían en ellos la magia y la fantasía, y era además perceptible la nostalgia por la pérdida mitología precristiana de hadas y otras supersticiones. Esta narrativa legendaria, cuya última expresión y obra maestra fue acaso La muerte de Arturo de sir Thomas Malory, se había convertido ya en algo alternativo y popular, identificado con las lenguas vernáculas frente a una narrativa más moralizante de carácter cristiano, vinculada al ámbito eclesiástico, para un público más selecto y en latín. Para definir este tipo de contenidos populares se escogió la denominación de lo romantic o novelesco.En Gran Bretaña, a fines del siglo XVI y comienzos del XVII, el romance se erigió como un género fantástico en el que, además de seguirse unas convenciones características (caballero con poderes especiales, magia, brujería, alteración de la realidad, cortejo de la figura femenina, hazañas y arriesgadas aventuras), se añadía el hecho de la conquista de América: un crisol de razas y culturas bárbaras que servía de inspiración para muchos viajeros y dramaturgos. En William Shakespeare, la obra que reúne todas las susodichas convenciones y las plasma en una producción teatral tan interesante como irreal es La tempestad, considerada el testamento dramático de Shakespeare porque fue probablemente su última obra.Se representó por primera vez en 1611 y tuvo una segunda puesta en escena hacia febrero de 1613 con motivo de la boda de Isabel Estuardo, hija del rey Jacobo I, con el príncipe Frederick de Heidelberg. En la pieza pueden hallarse no pocos paralelismos con las figuras más destacadas del período jacobino: la máscara nupcial que Próspero crea para el disfrute de Miranda y Ferdinando se corresponde con las figuras divinas de Ceres y Juno, auspiciando un dichoso porvenir si la feliz pareja prometía guardar castidad hasta después del matrimonio. Esto podría haberle sentado muy bien al monarca, tan conocido por el rigor de su moral tradicional como por su morboso interés por la magia y la brujería, que también tienen lugar importante en la obra. En efecto, estas prácticas motivaron en la época la quema de mujeres entre los siglos XVI y XVIII y Jacobo I sentenciaba sin vacilar a muerte a todas aquellas personas que estuvieran bajo mera sospecha de llevar a cabo este tipo de ceremonias. La temática de La tempestad no podría menos, pues, que manifestarse en un monarca —Próspero— interesado en acabar con el maleficio de una vieja bruja, que acechaba con irrumpir en el orden social de la isla. El mundo mágico propio de esta época reaparece sin embargo en otras comedias novelescas y fantásticas de la última época de Shakespeare, como son:Se considera que La tempestad es el testamento dramático de Shakespeare. Al parecer inspirada en una de las Noches de invierno de Antonio de Eslava, el príncipe Próspero náufrago en una isla, semihumano y semidivino por sus poderes mágicos, rompe al final su varita al reflexionar sobre su limitado poder, y resulta casi imposible no poner sus palabras en boca del mismo Shakespeare: - Nuestras diversiones han dado fin. Estos actores, como había prevenido, eran todos espíritus y se han disipado en el aire, en el interior del aire impalpable; y, a semejanza del edificio sin cimientos de esta visión, las altas torres cuyas crestas tocan las nubes, los suntuosos palacios, los solemnes templos, hasta el inmenso Globo, sí, y cuanto en él posa, se disolverán y, lo mismo que la diversión insustancial que termina por desaparecer, no quedará rastro de ello. Estamos tejidos con idéntica tela que los sueños, y nuestra corta vida se cierra con un sueño.
Obras perdidas y apócrifas
Algunas de las obras que Shakespeare escribió con John Fletcher se han perdido, por ejemplo Cardenio, inspirada en un episodio del Don Quijote de La Mancha de Miguel de Cervantes, o Los dos nobles caballeros (1613), que fue registrada en el Quarto hacia 1637; como esta última obra no se incluyó en el First Folio,
muchos lectores cuestionan la autoría del dramaturgo en la misma. Por
otro lado, y en vista de las vicisitudes que presentan muchas de las
producciones shakespearianas, hay quienes sostienen que la mitad de
ellas se ajustarían más bien al perfil y al estilo de Fletcher.
Véase también: Los dos nobles caballeros
Juicios críticos
Shakespeare posee, al igual que todos los grandes poetas, un gran
poder de síntesis; escribía con todo el idioma y contaba con un léxico
matizado y extensísimo. Cuidó la estilización retórica de su verso blanco, con frecuencia algo inserto en la tradición conceptista barroca del Eufuismo,
por lo que en la actualidad es bastante difícil de entender y descifrar
incluso para los mismos ingleses; rehuyó sin embargo conscientemente
las simetrías retóricas, las oposiciones demasiado evidentes de
términos; el idioma era entonces una lengua proteica y los significados
de las palabras no estaban todavía fijados con claridad por repertorios
léxicos. Si su trabajadísimo lenguaje es y solía ser (y lo era incluso
cuando Voltaire atacó en sus Cartas inglesas
las hinchazones anticlásicas de su estilo) un impedimento para apreciar
la obra del autor, también es cierto que es el asiento sobre el que
reposa su fama y prestigio como pulidor e inventor de neologismos
comparables a los de otros dramaturgos y poetas de su época de
renombrada trayectoria, como los españoles Miguel de Cervantes, Lope de Vega y Luis de Góngora.
En líneas generales, la crítica ha destacado sobre todo dos aspectos de la obra dramática de William Shakespeare.
En primer lugar, la indiferencia y distanciamiento casi inhumanos del
autor respecto a la realidad de sus personajes. No moraliza, no
predica, no propone fe, creencia, ética ni solución alguna: plantea, y
lo hace mejor que nadie, algunas de las angustias fundamentales de la
condición humana (ser o no ser, la ingratitud, sea filial (El rey Lear)
o no, la ambición vacía), pero nunca les da respuesta: no sabemos qué
pensaba Shakespeare, al que el espectáculo del mundo le trae al fresco,
si bien su visión de fondo es pesimista
y sombría ante la posición miserable y mínima que ocupa un hombre hecho
de la misma materia que los sueños en una realidad misteriosa, profunda
e inabarcable. Mientras que el teatro barroco español privilegia lo
divino sobre lo humano, Shakespeare reparte por igual su temor ante lo
celeste y ante lo terrenal:
Hay más cosas en el cielo y en la tierra, Horacio, que todas las que pueda soñar [en otras ediciones, "imaginar"] tu filosofía
Shakespeare; en Hamlet, 1.° acto, escena V
Alguna vez la crítica ha señalado en su obra el hilo constante de lo misantrópico y, por otra parte, sólo un cósmico distanciamiento ante todo lo divino y lo humano es capaz de acuñar frases como esta:
La vida es una historia contada por un idiota, una historia llena de estruendo y furia, que nada significa.
Shakespeare; en Macbeth, 5.º acto, escena V
O bien:
Naturaleza erguida dirá: "Ese fue un hombre... ¿Cuándo viene otro?".
En segundo lugar, la crítica ha destacado el extraordinario poder de
síntesis del "Cisne de Avon" como lírico; su fantasía es capaz de ver un
universo en una cáscara de nuez; como creador de personajes, cada uno
de ellos representa en sí mismo una cosmovisión, por lo cual se le ha
llamado Poet's poet (poeta de poetas). Son auténticas creaciones
Ricardo III, Hamlet, Otelo, Bruto, Macbeth, Lady Macbeth, Falstaff...
Sin embargo, y por eso mismo, se le han hecho también algunos reproches:
los personajes de sus obras parecen autistas, no saben escucharse y
permanecen cerrados en su mundo a toda comprensión profunda del otro.
¿Qué simpatía existe entre Hamlet y su pobre y torturada novia Ofelia?
¿Se han "escuchado" alguna vez Marco Antonio y Cleopatra? El crítico Harold Bloom
ha señalado esto como una de las diferencias más notables y sensibles
entre Shakespeare y Cervantes, que en ese sentido es absolutamente
opuesto y hace ver la conexión humana que llega a establecerse entre los
hombres; el filosófico y trágico distanciamiento de Shakespeare impide
ese humano acercamiento.
El estudio de Shakespeare ha sido abordado desde muy diferentes
perspectivas. En un primer momento, el historicismo analizó su obra
desde un punto de vista histórico y externo, focalizando su atención en
lo extraliterario. Como reacción, el neocriticismo
se decantó más por el análisis de la obra en sí misma, prescindiendo de
todo elemento extraliterario. El principal exponente de esta escuela
crítica fue Stephen Greenblatt.
En años recientes, han cobrado cierto auge en medios académicos los estudios de Shakespeare desde una perspectiva feminista, duramente criticados por autores como Harold Bloom.
La poesía de Shakespeare
Fuera de ser un dramaturgo de incuestionable importancia, Shakespeare
fue también poeta y sonetista, y se cree generalmente que él mismo se
valoraba más como lírico que como autor dramático y solamente como tal
esperaba perdurar a su tiempo. Aunque escribió sobre todo poemas
extensos narrativos y mitológicos, se le recuerda especialmente como un
excepcional autor de sonetos puramente líricos.
La primera mención de estos últimos se halla en el Palladis Tamia (Wit's Treasury) (Londres, 1598) del bachiller en Artes por Cambridge Francis Meres,
quien alaba a Shakespeare por sus "sonetos de azúcar"; esta mención
demuestra que circulaban copias manuscritas de los mismos entre sus
amigos íntimos por esas fechas:
Como el alma de Euforbio se consideraba viviendo en Pitágoras, así el alma ingeniosa y dulce de Ovidio vive en la lengua meliflua y suave de Shakespeare. Testigos, su Venus y Adonis, su Lucrecia, sus Sonetos de azúcar, conocidos de sus amigos íntimos. Y así como se estima a Plauto y Séneca cual los mejores para la comedia y la tragedia entre los latinos, así Shakespeare entre los ingleses es el más excelene en ambos géneros escénicos. Para la comedia son testigos Los dos hidalgos de Verona, sus Equivocaciones, sus Trabajos de amor perdidos, sus Trabajos de amor ganados, su Sueño de una noche de verano y su Mercader de Venecia. Para la tragedia, sus Ricardo II, Ricardo III, Enrique IV, El rey Juan, Tito Andrónico y Romeo y Julieta. Y como Epio Stolo decía que las Musas hablarían en la lengua de Plauto si quisieran hablar latín, así digo yo que las musas hablarían en la bellísima frase de Shakespeare si hubiesen de hablar inglés.
Poco después, en 1599, algunos de sus sonetos, el 138 y el 144,
salieron de molde en una colección de poesías líricas intitulada El peregrino apasionado, miscelánea
falsamente atribuida en su integridad al Cisne del Avon. Solamente en
1609 apareció una misteriosa edición completa, seguramente sin el
permiso de su autor, por parte de un tal T. T (Thomas Thorpe, un editor
amigo de escritores y escritor él mismo). La dedicatoria es a un tal
señor W. H.
No hay forma de establecer con justeza la identidad oculta tras esas
iniciales y se han barajado distintas teorías sobre el personaje que se
esconde tras ellas; lo más probable es que fuese cualquiera de los
habituales mecenas del poeta y la gran mayoría de los críticos se
inclina por Henry Wriothesley (1573), Conde de Southampton, ya que Shakespeare ya le había expresado públicamente su aprecio con dedicatorias de otros poemas: Venus y Adonis y La violación de Lucrecia. Otro posible candidato es William Herbert, Conde de Pembroke e hijo de Mary Herbert, hermana de Sir Philip Sidney, el famoso poeta que compuso La Arcadia;
en favor de este último cuenta también que le poseía una intensa
devoción por el teatro y fue patrón de The King’s Men, la compañía
teatral de Shakespeare. Ambos eran nobles apuestos y dedicados al
mecenato del arte y las letras, y bastante más jóvenes que el poeta,
requisitos que debe cumplir cualquier verdadero destinatario de los
poemas.
El orden establecido por la edición de Thorpe ha consagrado una
peculiar estructura muy diferente a la habitual del italianizante cancionero petrarquista; en efecto, no hay composiciones en otros metros que rompan la monotonía, la métrica es muy diferente a la del soneto clásico (se trata de dos serventesios, un cuarteto y un pareado, el llamado soneto shakespeariano)
y está consagrada en su mayor parte a la amistad (o amor) de un hombre,
al que interpela frecuentemente para que cree su propia imagen y
semejanza:
Crea un otro tú, por afecto a mí, para que la belleza sobreviva por ti o por los tuyos
(X)
Se instala, pues, en una tradición completamente renovada y original, y el propio poeta era irónicamente consciente de ello:
¿Por qué mis versos se hallan tan desprovistos de formas nuevas, tan rebeldes a toda variación o vivo cambio? ¿Por qué con la época no me siento inclinado a métodos recientemente descubiertos y a extraños atavíos? ¿Por qué escribo siempre de una sola cosa, en todo instante igual, y envuelvo mis invenciones en una vestidura conocida, bien que cada palabra casi pregona mi nombre, revela su nacimiento e indica su procedencia? ¡Oh, sabedlo, dulce amor, es que escribo siempre de vuestra persona y que vos y el amor sois mi eterno tema; así, todo mi talento consiste en revestir lo nuevo con palabras viejas y volver a emplear lo que ya he empleado. Pues lo mismo que el sol es todas los días nuevo y viejo, así mi amor repite siempre lo que ya estaba dicho.
(LXXVI)
Puede dividirse en dos series sucesivas de sonetos: una de 126, que
celebra a un amigo rubio y bien parecido de alta alcurnia, mecenas del
poeta, al que propone que deje la soledad, el narcisismo y los placeres y
engendre herederos, y los 28 últimos, que conciernen a una mujer
morena, que se hallaba casada, como se infiere de una alusión del soneto
152, y seguramente era un amujer instruida, ya que sabía tocar la
espineta o clavecín. Dos de los sonetos se consideran aparte, pues son versiones de un mismo epigrama de la Antología griega.
Por otra parte, aparece también y ocasionalmente, en el trío formado
por Shakespeare, el enigmático destinatario y la dama morena, un poeta
rival, hecho que complica todavía más la historia de un amor que en la
lengua de la época podía entenderse también como amistad o como ese tipo
especial de dilección que se establece entre un poeta y su mecenas. Los
expertos (William Minto, seguido después por Edward Dowden, Tylor y Frederick Furnivall) sostienen en su mayoría que este poeta era el helenista George Chapman, ya que se le identifica como autor de alejandrinos, versos entonces bastante raros en la métrica inglesa y que sólo utilizaba por entonces tal autor.
Los temas de los Sonetos son el amor y el tiempo, de alguna
forma contrapuestos; en este último tema se profundiza en lo que se
refiere a la fugacidad, llegándose a veces a lo metafísico. Cada soneto
contiene también un movimiento dramático; se aprecia además en su
lectura, sobre todo, el valor moral y espiritual del mensaje y la
filosofía que nos deja: aprovechar el escaso tiempo que la vida nos
depara para entregarse de fondo a ella.24
La cronología de los sonetos es difícil de establecer, pero se conjetura que fueron compuestos entre 1592 y 1597.
Poesía:
Árbol genealógico
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Richard Shakespeare |
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Robert Arden |
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John Shakespeare |
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Mary Arden |
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William Shakespeare |
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Anne Hathaway |
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Joan Shakespeare |
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William Hart | ||||||||||||||||||||||||||||||||||
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John Hall |
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Susanna Hall |
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Hamnet Shakespeare |
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Judith Quiney |
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Thomas Quiney |
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John Barnard |
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Elizabeth Barnard |
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Thomas Nash |
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Thomas Quiney |
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Shakespeare Quiney |
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Richard Quiney | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||
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